Semana tras semana nos juntamos en diferentes hogares y trabajaremos para conocernos cada vez más profundamente, compartiendo nuestros corazones y nuestras vidas, orando unos por otros, haciendo preguntas y soportando las cargas de cada uno. Seremos estudiantes persistentes el uno del otro. Y con todo lo que aprendemos -bueno o malo- nos esforzaremos por amarnos y servirnos unos a otros, satisfacer las necesidades de los demás, fomentar el crecimiento y ayudarnos mutuamente prosperar.

7 Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.

8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.

12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;

13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.